Definir con exactitud el concepto de nómada y profesional digital es el primer paso para poder organizar un programa eficaz de atractividad. Hay que comprender qué es y a quién compete el concepto de nómada/profesional digital. La popularización de los trabajos en línea ya había empezado antes de 2019-2020. Sin embargo la pandemia de Coronavirus hizo casi obligatorio el teletrabajo siempre que fuera posible. Además muchos profesionales y emprendedores digitales empezaron a pensar en cambiar de residencia y salir de las grandes ciudades.

Hoy las oportunidades que brinda internet y la tecnología de virtualización, permiten trabajar, emprender y dirigir proyectos desde casi cualquier lugar del mundo. La nueva economía digital hace posible que las personas se desplacen y trabajen durante esos desplazamientos. Las fronteras políticas y físicas son cada vez menos determinantes y el numero de oportunidades mayor. Las condiciones son: tener un pasaporte que permita atravesar aduanas; aptitudes informáticas; idiomas y capacidad de emprendimiento para crear proyectos en el mundo digital.

Una definición amplia.

Pero me dirán, aún no se ha definido qué es un nómada/profesional digital, y, sobre todo, ¿cuál es la diferencia? Bien, empezaremos por una definición amplia y breve:

Nómadas y profesionales digitales son las personas que trabajan de manera virtual, utilizando la tecnología digital desde cualquier parte del mundo, conectándose a la red.

Un ordenador, un teléfono, una tablet y una conexión a internet. No se necesita más. Excepto, tener derechos legales para entrar, permanecer o residir en un país. Cumpliéndolos, la personas que trabajan, en y con el ámbito digital, pueden hacerlo desde cualquier lugar de la Tierra.

¿Nómadas o Profesionales?

¿Profesionales, nómadas? ¿Qué son y qué interés tiene atraerlos?

Parecidos y diferentes, atraer a ambas categorías es interesante en un principio. Con una salvedad, Attracting Digital Talent intenta atraer a ambos, y convertir a los nómadas, en profesionales digitales.

Partiendo de la base de que las dos categorías son flexibles, vamos a caricaturizarlas un poco, para explicar cuál debe ser el objetivo de las campañas de atractividad.

Nómadas digitales, potencial voluble.

Los nómadas digitales son las personas que no tienen ni anclaje fijo, ni una residencia concreta, ni siquiera un campamento base en el que pasen, al menos una temporada al año. Evidentemente tienen una nacionalidad y un domicilio de referencia en su país de origen, normalmente el de familiares o amigos. Su modo de vida es muy flexible y se adapta a los lugares que aceptan su pasaporte, los recursos que poseen y los trabajos que pueden realizar. Muchas de esas labores tienen relación con la promoción turística, la moda, internet, la informática y otros trabajos.

Potencialmente son trabajadores muy interesantes en muchos casos. No obstante, en general, muchas veces no poseen un domicilio fiscal, su poder de gasto es limitado y aún no han definido, ni concretado su futuro profesional. Por todo ello, no son tan atractivos como los profesionales digitales. Además, y sobre todo, son nómadas, con lo que rara vez se fijan a lugar, sino que cada escala es un etapa de un largo viaje.

Profesionales digitales, nuestro objetivo.

Un profesional digital, de la misma manera que el nómada, es una persona cuya actividad laboral se realizar principalmente en el mundo digital. Siempre al menos, a través o en relación con internet. La gran diferencia radica en que un profesional digital es ya un trabajador (asalariado o autónomo) es propietario de una empresa. La facturación de esa actividad económica se realiza en un país concreto aunque el pueda viajar y pasar largar temporadas fuera de su lugar de residencia fiscal.

Por tanto, las políticas de atractividad deben dirigirse concretamente a los profesionales digitales. Hacia personas con proyectos laborales que ya funcionan y producen, que desde el principio van a aportar conocimiento, experiencia, gasto e impuestos al lugar donde se instalen.

El objetivo final es que esas personas se empadronen y residan en nuestra ciudad, comarca, región o país. Para empezar, hay que animarles a instalarse, al menos de manera estacional en nuestro destino, que compren bienes inmuebles o alquilen viviendas. Después convencerles de que se instalen definitivamente.

Para ello los programas de softlanding y aftercare, destinados a ayudarlas en la propia instalación y los primeros meses o años, son vitales. Esos programas deben ser proactivos y basarse en las necesidades concretas de esos profesionales. La clave es la aplicación de medidas, o factores de atracción activa.

El empadronamiento del profesional digital y su familia, con el registro de las empresas y actividades económicas que dirigen, garantizan que su presencia sea lo más beneficiosa. El profesional digital podrá trabajar desde su nuevo lugar de residencia o podrá viajar por el mundo, pero su familia vivirá en su nuevo domicilio. Todo el gasto, la facturación y el pago de impuestos de esos profesionales digitales se hará en nuestro destino. Esa será la primera de las ventajas de las políticas de atractividad digital.